Se acabó el verano, y Matilda recoge
con un poquito de tristeza su rincón de lectura. Nos consta que durante todos
estos días ha tenido un espacio privilegiado en la biblioteca, no sólo por
verse rodeada de montones de libros y disponiendo de tiempo para poder disfrutar
de la lectura, una de sus principales pasiones; sino porque ha podido conocer a multitud de gente,
de carne y hueso, tan curiosa y apasionada como ella.
Alrededor de unos ciento setenta niños
y niñas han participado en las actividades de verano programadas en la
biblioteca. Bajo la atenta mirada de
Matilda, este año hemos querido sumarnos a la celebración del centenario de uno
de los escritores más célebres de la literatura infantil: Roald Dahl. Así, cada
martes y jueves hemos reservado un tiempo para juntarnos entre libros y comentar
la vida y obra de este extraordinario autor.
Comenzábamos los encuentros explicando
algunos datos biográficos para hacernos una idea de qué clase de persona era
Roald Dahl, descubrir su entorno familiar, sus gustos y aficiones, compromisos,
manías y por supuesto sorprendernos con algunas de sus travesuras infantiles. Unos
minutos charlando con los niños sobre una vida repleta de aventuras y
experiencias, y comprobar cómo muchas de ellas fueron el germen para crear
algunos de sus libros más conocidos.
Charlie y la fábrica de chocolate, Las
brujas, La maravillosa medicina de Jorge, El vicario que hablaba al revés… Cada
día, con el apoyo de las geniales ilustraciones de Quentin Blake, hemos ido
desgranando un título tras otro, presentando a sus personajes y contando el
argumento principal (por supuesto sin desvelar los finales, despertando en los
oyentes la curiosidad y motivando así el acercamiento al libro).
Finalmente, proponíamos un juego: distribuidos
por equipos, los participantes debían superar una serie de pruebas relacionadas
con el libro presentado. Pruebas sencillas y divertidas con las que han demostrado
su capacidad de ingenio, imaginación, creatividad, destreza manual o
interpretativa. A cambio les dábamos la oportunidad de encontrar los cinco
billetes dorados que Willy Wonka nos mandó escondidos en una caja repleta de
tabletas de chocolate.
Como valoración global, queremos
señalar la buena disposición y el entusiasmo con el que se ha acogido esta
actividad que, pese a su simplicidad, ha generado momentos memorables. Las
bibliotecarias no olvidaremos fácilmente las conversaciones que surgían al hilo
de las presentaciones, ni las impresiones que causan en el público infantil los
asombrosos personajes creados por Roald Dahl. Han sido días de aprendizaje,
pero también de mucho divertimento y entre todos hemos conseguido crear el
ambiente festivo que se merecía una celebración así.
Las múltiples reservas que se han
solicitado para llevarse en préstamo los libros comentados demuestran que hemos
conseguido transmitir el gusto por estas historias y que el autor, con su
infinito talento, sigue cautivando a lectores de todas las generaciones.
El 13 de septiembre habría cumplido 100
años. Por ello, y como colofón a nuestra actividad de verano,
quisimos organizarle una pequeña fiesta en la biblioteca. Hubo
tarta, velas, globos, una banderola y un montón de niños vinieron a cantar el
cumpleaños feliz, a soplar las velas y a celebrar con nosotras el día de Roald
Dahl. Para demostrarle al autor su admiración y cariño le escribieron algunas
felicitaciones muy especiales.
Esta es la nuestra: Querido Roald, siempre tan grande, atrevido y
eterno. ¡Gracias!
Sara Machuca
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